martes, 13 de febrero de 2018

ESTANTERÍA SOMBRÍA


  
   No es mejor que cualquiera de las otras tonterías que pudiera subir. "Ejercicios visuales" lo llaman, pero no sé qué es lo que verdaderamente ejercitan. Y no siempre expresan una idea. Si no, dime tú qué expresa esto.


   Ojalá "mañana será otro día", fuera otro día en realidad.

LUCES Y SOMBRAS

FRÍA HABITACIÓN


   Recuerdo la clase: la fría clase. Y el día: lluvioso. A través de la vidriosa ventana, no había más pisos a los que subir salvo la terraza. Salir fuera no tenía mucho más sentido que el de calarse los huesos con la fría lluvia. Un día de paraguas en una sala helada. Las clases de tecnología las dábamos allí, pero no era la única. No me gustaba esa clase en demasía. Las bombonas de butano en las estanterías superiores "nos protegían" de darles malos usos. De quemar algo. Algún incidente aislado pasó, ajeno a los ojos del profesor. Tonos azules en un día gris. Esa sala se grabaría con esos colores en mi cabeza. Me gustaba perderme en mi mundo a través de esa ventana amorfa en la que no se veía nada más que el cielo bosquejado, absteniéndose de las palabras del profesor. 

   Dueños de nuestros propios sueños.

lunes, 12 de febrero de 2018

GOTAS DE NIEVE



   Ya hay más gotas de agua dispuestas a dejarse la vida contra el suelo que días han pasado de este mes. No se lo piensan mucho: recorrieron el poco camino que pudieron en el árbol y ahora miran a la vertiginosa caída sin esperanza ni intención alguna de hacer algo por evitarlo. Se van deslizando, escurriéndose hacia el extremo. Una de ellas mira a las demás cuando está a punto de caer...no comprende por qué ha de hacerlo. No quiere estamparse y se agarra ahora con más fuerza al árbol. En las ramas de al lado, sus compañeras, vacías de sentimiento alguno, se aproximan un poquito más a la caída. Pero ella no quiere: es justo no querer hacerlo, aunque se haya dado cuenta en el último momento.

   De repente, un hombre aparece para fotografiar la escena. La desesperación de la gota por no soltar su propia vida no se ve esperanzada con la llegada de esta persona...no hace nada por ayudarla. Simplemente tiene la cámara en mano y hace fotos. En un acto inhumano la gota sabe que el chico la dejará caer sin ayudarla. Ella se resbala más y más con cada disparo del fotógrafo. Cierra sus ojos con las pocas fuerzas que le quedan mientras otra gota más pequeña se le escapa de los ojos. Maldice la tecnología y cómo ha cambiado a los humanos: egoístas, insensibles y morbosos.

   Y de repente, el árbol se empieza a mover bruscamente zarandeado las ramas: una ola de aire pasa sin compasión alguna. La gota cae inevitablemente al ser zarandeada cual juguete. Los momentos ahora se hacen lentos. Se siente caer a cámara lenta, en un momento que parece no querer llegar nunca. Mientras cae y antes de tocar el suelo, ve como las otras gotas también son desprendidas por la fuerza del viento, acompañándola en su camino. Y todas, aún con la misma expresión infeliz.

   Nota: No se maltrató ninguna gota de agua durante la ejecución de la foto. Las gotas que posan en la toma son en realidad copitos de nieve que se han derretido convirtiéndose en lo que ven. Y sí, los copitos sí murieron.

NUBES HACIA DEBOD



   Corre que te corre que no llegábamos al Templo de Debod. Con el sol cayendo a toda leche, las nubes tapándolo sin mucho interés en esperarnos y unas escaleras asesinas frente a nosotros. Al pisar el primer escalón, me hizo un duelo de miradas diciéndome "No hay huevos a subirme".


   Efectivamente: huevos, huevos, no los hubo. Los perdí allá por el décimoquinto escalón, al igual que el corazón que se me escapaba de la boca y algo de dignidad. Una rampita mecánica, ahí lo dejo, señores del Ayuntamiento. Al llegar arriba tras mil y un escalón más, Debod estaba a rebosar. En un día de frío como el que hacía, tuvimos que meter codo para hacernos un hueco y conseguir una toma.


 Y el templo...madreeeeee....Que gentío...Pero, pocos atardeceres bonitos tenemos que no sean allí.