jueves, 28 de enero de 2016

CARRETE Nº 4218



"El carrete nº 4218".

En realidad no he revelado tantas películas, pero ésa es la pegatina que le correspondía. Así que le llamaremos "Número 4218".  Y de tantas preguntas que te hacen sobre el revelado químico y etiquetas que te ponen por seguir utilizando esporádicamente una analógica, me seguiré quedando con el carrete frente al digital.

Y dando un salto aparte, no creo que antes hubiera un cuestionario cada vez que un fotógrafo se cruzaba contigo exhibiendo cámara y objetivo pesado. Preguntas acercas de la cámara que usabas y el objetivo con el que tirabas la fotografía. Idiotas, nos hemos vuelto idiotas, eso creo. En una industria donde salen nuevos modelos bajo la coletilla "Mark II, Mark III, Mark IV, Mark V, Mark VI....Mark CONTINUARÁ"...con una velocidad pasmosa, aún más de la que Tony Stark crea nuevas versiones de su armadura Iron Man, y con diferencias muchas veces insignificantes. Le hemos dado demasiado valor a "esa tecnología" que a la fotografía en esencia. Antes, una cámara simplificada en unos pocos mecanismos y un pequeño 50 mm, hacían maravillas. Ahora tenemos que tener objetivos blancos que nos rompan la columna para competir, para ser "fotógrafos profesionales". Menudo título...

¿Con qué cámara hiciste esa foto? ¿Y cuánto te costó el objetivo? ¡Con esa cámara quien no hace buenas fotos! Sí, lo sé...quien no hace buenas fotos con buenas ópticas...ya... En fin, hoy tenía mi caquita de Canon EOS 600D, con ese pisapapeles 18-55 mm f/ 3.5-5.6 ¿Doy pena, verdad? Número 4218 se prestó voluntario para hacerle un retrato, así que le pedí su mejor sonrisa. El resultado ya le habéis visto y perdonad por utilizar el 18-55 mm que todo el mundo critica, al que todo el mundo discrimina por venir de serie con las cámaras réflex de gama baja-media. No es el mejor, lo sé, pero hay que saber sacarle partido a las cosas. Y no, esta foto de Número 4218 no tiene Photoshop alguno. Número 4218 no tiene miedo a las arrugas ni a envejecer. Número 4218 es valiente.

Una cámara, una mierda de objetivo y una foto. Mecanismo puro y duro.

¿Prepotente, yo? Sí, hoy sí.

sábado, 23 de enero de 2016

LUZ PLOMIZA



   "Haz una foto al humo, será divertido"


   De esas fotografías que poco a poco vamos tachando de la lista "Fotografías aún pendientes de hacer". Ésta se ha quedado a medio hacer.

   Poner el fondo en la pared con cinta adhesiva, sacar el trípode y colocar la cámara en él. ¿Hmmm, qué mas? Las velas, sí, colocaditas: una para encender y otras de repuesto. No tenemos flash para iluminar y dado la penosa luz ambiente de la habitación, una lamparita de mesa. Su raquítica luz será nuestra pequeña aliada. Vamos a por el mechero.
   Y ahora empiezan los problemas...

   Ningún mechero de la casa funciona decentemente. Unos tienen la piedra desgastada y otros sin gas. Acabo necesitando 2 mecheros: una para dar gas y el otro para hacer saltar la chispa. La mecha esta pidiendo a gritos ser quemada. 

   Ahora prendo la vela. No se resiste. Ella es buena.

   ¿La luz de contra en su sitio? Sí. Genial. 

   El trípode, salvando que la burbuja del nivel va por libre, pasa el mínimo aceptable. Cámara en vertical por el limitado espacio del que se dispongo.

   Vamos a enfocar. Actuar antes de pensar: poner la mano delante del objetivo es un comportamiento adquirido, grabado a fuego, a la hora de medir el balance de blancos herencia de las prácticas como fotoreportero. ¡Venga, pongamos la mano por encima de una llama! Resultado: quemadura superficial y olor a pollo. Pero enfoqué, ¿ok?


   Haciendo las fotos, soplando un par de veces para extinguir la llama. Coger los 2 mecheros para encender de nuevo la mecha. Soplar. Encender. Soplar. Encender. Sopla...

   Y mi gato se sube a la mesa. Le puede la intriga. Le chisto con la mano para que se baje. Intenta arañarme en un intento de juego y salta de la mesa huyendo, preparando un nuevo ataque. Es ahí, en el salto, cuando se tropieza con el cable de la lámpara.

   Bombilla al suelo, un ¡CRASH! bien sonoro y del cortocircuito, saltan los plomos de la casa. Me quedo a oscuras únicamente con la luz de la vela apoyando la escena. Frustrado,  mientras torno para mi cabeza un "Joder, el gatito de las narices", lanzo un resoplido con los labios que apagan la llama. "Tonto. Tonto. Tonto. Soy subnormal".
   
   Descalzo, entre los cristales de la bombilla rota, busco las deportivas para no quedarme "seco" al dar la luz. Plomos Mode On again. 

   Cepillo...recogedor...cristales...restos de bombilla...

   "Haz una foto al humo, será divertido"

   El gato salvó la vida.

   






domingo, 17 de enero de 2016

TOCANDO EL CIELO





"Y en mi extensión a ti, hacia el cielo de tus ojos,
 solamente pude acariciarte con la punta de mis dedos"

viernes, 15 de enero de 2016

LUCES EN LA NIEBLA




   Uno de los pequeños "Rincones de Madrid", epicentro de muchas historias. Uno de mis favoritos a pesar de su sencillez: la autopista cruzada, separando la estación de metro y las Cuatro Torres. La descripción no puede ser más simple. 

   Una  neblina inundando el paisaje, de la que las torres no pudieron escapar. De acompañante, una fina lluvia repiqueteando en la cámara y mojando un objetivo para nada luminoso. Aguantar la respiración por la noche y con el frío desafiante hicieron que evitar cualquier trepidación en la toma fuera  un reto.

   De esos pocos "Rincones de Madrid" que conozco, uno a los que más apego tengo por las veces que visito en mi rutina. Frente a  frente al cruce de personas cuya complicada vida no les deja una tímida ojeada por debajo del paraguas que portan, resguardándose de la lluvia. Y aunque como muchas veces,  no haya sacado la verdadera belleza que guarda tras de sí, es un paso más al día que logre sacar las Cuatro Torres juntas, una detrás de otra y esta vez sí, sin jugar al escondite con la niebla.

   Un cigarrito de última hora y de vuelta al suburbano, donde perdemos toda identidad.

domingo, 10 de enero de 2016

LA LUZ DE UNA VELA



   Proteger la llama con las manos, rodeándola, fue la opción que se gestó en mi cabeza. Una luz que una vez nacida, podía mantenerse por sí misma. En ese vacío, en esa "nada" era reconfortante verla.

   Sabemos desde el primer momento que tocamos una llama, lo mucho que quema. Lo que duele. Pero ahí se mantenía encima de la mesa de madera, bailando con los pequeños movimientos al desplazar la vela que la daba vida. Danzando con la veta de la mesa, dibujando sombras que parecían que por un momento fueran a desvanecerse junto a la luz que las sostenían.

   Al rodearla con las manos intentando recrear la imagen de mi mente, me quemé. Quema, recuerda: es uno de sus atributos más conocidos. Si la tocas, te hiere. Y si eres capaz de permanecer junto a ella, no hará sino dejarte una cicatriz por tu ineptitud. Sabemos que su calor es reconfortante contra el frío. Sabemos también que su luz nos da un soplo de aire fresco cuando no vemos nada. Pero sabemos que estar muy cerca de ella...bueno...lo sabemos...

   No logré la fotografía que quería. En vez de eso, aproximé mi mano para tocarla una vez más. Para sentirme arropado con su calor. A pocos centímetros de ella y tan distante a la vez, ya empezaba a doler. A penetrar por la piel como una aguja.

   No había razón para quemarse. Retiré la mano y soplé: pues es así como los deseos se cumplen al matar la luz de una vela.

lunes, 4 de enero de 2016

PEQUEÑAS CICATRICES



  "Las cicatrices. Unas nos las hacen en la mente. Otras, en el corazón. Y algunas, sólo unas pocas, en la piel. ¿La combinación de las tres por una misma causa? Pruébalo".

 No hay nada mejor que comprobar el equipo nuevo en casa. Flash nuevo, cámara nueva, objetivo nuevo..da igual. Hay que probarlo en casa, sobre el terreno sería un suicidio. Referente al modelo: eso ya fue más difícil cuando solamente se encuentra el pequeñajo, Mr. Iron Cat, dispuesto a dar guerra.

   Para ser sinceros, la réflex estaba guardada en su mochila, esperando, como la fiel compañera que es, al día siguiente. No me encontraba más que jugando con Iron tirado en el suelo. Éste, resguardado en una caja de leche Pascual, soltaba zarpazos a un cordón de la sudadera que llevaba puesta. Se quedó enganchado con sus uñas a la tela mientras asentaba minúsculos mordiscos. Y vi la foto.


   Me dirigí a la habitación a por el equipo y lo siguiente no fue más que hacerle las fotografías. ¿Quién dijo niños? ¿Los niños, difíciles? ¡Bah! Probad a coger la cámara con un 50 mm a F/2 con un flash en ella mientras la otra tira del cordón estimulando a la fiera. ¿El enfoque automático? No, valientes: manual. ¡¡Manual a F/2!! La siguiente pregunta es "¿con que mano?" Mano...¡JE! ¿Mano, decís? ¡Dedo! ¡El meñique más concretamente! ¡Sí, señores, el meñique de la misma mano que agarra la cámara con el flash! Venciéndose por el peso de la cámara. La morfología de mi meñique está poco a poco cambiando con el tiempo, adaptándose a este tipo de situaciones. Ríete tú del tipo ese que dice lo de chuparse el codo...

   "Las cicatrices. Unas nos las hacen en la mente. Otras, en el corazón. Y algunas, sólo unas pocas, en la piel. ¿Y otras? Bueno, las demás nacen de un gato que araña"

   Y se corre un plus de peligrosidad al tratar con un gato. El título bien os lo presentaba...cicatrices. Sí, unas cuantas en la mano van ya. Al menos se que el equipo nuevo funciona. Voy a por una tirita. ¿Botiquín, por favor?