miércoles, 23 de marzo de 2016

¿DUENDES, DÓNDE?


Ánima, Sirena y Edén.

Ahí los ves, colgados de una cuerda improvisada. Y es que como cualquiera de nosotros, ellos también pasan hambre. Cuando ya no había ruido en casa, bajaron desde su escondite desde el techo hasta la cocina. Sirena señaló un frasco lleno de algo que parecía comida y aunque sus otros compañeros hacían esfuerzos por abrir la puerta de la nevera, todo se quedó en un intento futil y la resignación de volverse hacia el tarro que Sirena señalaba.

Así, poco a poco, subían el contenido del frasco trocito a trocito, por la cuerda hacia el techo, libre de los humanos. Cuando ya se podían dar por satisfechos, dejando el tarro algo vacío pero no lo suficiente como para levantar demasiadas sospechas, a Ánima se le iluminaron los ojos. Goloso como ninguno de sus compañeros, un bombón de chocolate junto a otros dulces despertó su atención. Pidió unos segundos más a sus amigos sin importar  la desaprobación de Sirena. Ánima se dirigió al bombón y lo tomó entre sus brazos a pesar de competir en igualdad de tamaño con el pequeño duende. Se las ingenió para subir con él escalando por la cuerda. En su subida, saltito a saltito hacia arriba, no pudo evitar que se le escapase del envoltorio el bombón. Éste se fue abriendo hasta dejar escapar la bola de chocolate precipitándola contra la mesa de la cocina haciéndose pedacitos por la caída y desperramándose en el suelo. Ánima refunfuño en la cuerda con el envoltorio malamente agarrado entre sus manos. Sirena y Edén le instaron a que subiera y Ánima soltó de mala gana el papel.

Ya arriba, subieron la cuerda. Sirena le dio un pescozón a Ánima y luego un abrazo. No pudo disimular la preocupación de tan arriesgada acción. Ánima supo disimular su alegría ante el reconfortarte achuchón, haciéndose el valiente. Finalmente, se dispusieron a tapar la entrada del techo para ocultar sus huellas. Fue entonces cuando la luz de la cocina se encendió de repente.

Un hombre joven entró en la cocina y se drigió a la nevera. Se detuvo al oír un sutil "Crunch", efecto de sus pisadas. Levantó el pie y se percató de un bombón despedazado en el suelo. Los trocitos parecían dirigirse hacia la mesa, cerca de donde él solía dejar los dulces. En toda la mesa había pequeños restos, migajas, como si a alguien se le hubiera caído pan o harina. El hombre llevaba algunos días desconcertado, pues no era de extrañar encontrarse cosas movidas de sitio cuando se ausentaba de la casa o al irse a dormir. No recordaba dejar cosas que más tarde parecían haberse movido de sitio o en el caso de los cajones, vaciado. Algo echaba en falta cada pocos días en la casa, principalmente en la cocina. Desconcertado, tampoco le quiso dar muchas vueltas al asunto. Había trabajado hasta tarde y tenía sueño. Eran las tres de la madrugada y sólo se había levantado para beber un vaso de agua. Se limpió el trocito de chocolate de su pie con una palmada y con papel de cocina, el suelo. Bebió agua y apagó la luz al salir.

"En esta casa hay duendes".

lunes, 21 de marzo de 2016

LA NUBE ENFADADA


   Hoy alguien parece estar enfadada. No, no  lo digo por ti. Seguro que tú estás teniendo un buen día y si no es así, haz algo para mejorarlo.

   Hablo de esa pobre nube oscura. Se ve que lleva mucho tiempo callándose algo, se la ve en la cara. Negra, ofuscada, con el ceño fruncido y dispuesta a lanzar un rayo al primero que le diga algo molesto.¿Quién sabe? Quizás es que quería salir a jugar y tocaba día soleado en la previsión del tiempo. Puede que su madre no la deje mojar a nadie hoy o quizás Lakitu no quiso montar en ella. ¿O es que no le dieron rayos suficientes como para descargar una tormenta? O puede que...no sé...tal vez hoy no haya nadie que quiera bailar bajo la lluvia.

   ¿Nadie que quiera hoy bailar bajo la lluvia?

   ...Y eso sí que es triste, incluso para una nube.

domingo, 13 de marzo de 2016

LA BODA



   Boda: todavía estoy esperando a los 31. Llevando la alianza conmigo, fuera de la mano eso sí, hasta ese día. En estos dos años que le restan cubriré  los enlaces cámara en mano y es que esta boda, tuvo su miga :)

   Reconozco que ha sido la boda más grande a la que he enfrentado hasta ahora. Madrugar y empezar con fuerza no era el reto: lo disfruté como un enano. Doy gracias a mi "clienta" por contar conmigo, por darme esta oportunidad y por hacerme "sufrir" como lo hizo: taxi para aquí, taxi para allá en busca de la peluquería. La sorpresa fue mayúscula cuando reconocí a las peluqueras, antiguas amigas de hacía tiempo. ¡Gracias  Mixtura Peluqueros por vuestra profesionalidad! ¡Seguid así por la pasión con la que destacáis!

   Por otro lado, probé lo que era montar en un Mercedes-Benz clase S limusina. Sí, presumo de ello porque pocas veces tendré esta oportunidad, así que podéis morir de envidia sanamente. Pero, ¿cómo no iba a dar la nota? No podía quedarme tranquilo sin liarla: me encantó el momento en el que el chófer me preguntó si iba cómodo. A decir verdad, mi asiento se encontraba demasiado adelantado. Le dije que no se preocupará, que ya lo echaba para atrás un poquito. Inocente, metí la mano por debajo del asiento buscando la palanquita para mover el asiento. Debajo no, a los lados tampoco...Me resigné y quedé encorvado. El chófer, preguntándome una vez más si iba cómodo al ver mi posición fetal improvisada, visiblemente incómoda, me ayudó indicando el botoncito a pulsar. Con un "clic" a un botón de no pocos que había en mi puerta, el asiento se desplazó hacia atrás. Magia, encanto y pasión. Me enamoré en ese instante del coche, y si el chófer me hubiera dejado, me hubiera pasado la tarde haciendo combos con la botonera de cada parte del asiento: respaldo, cabecero, etc. Lo quiero.

  La ceremonia transcurrió con los invitados y alguna cara conocida, pero con una gran responsabilidad. Trabajo duro y moverse muy rápido. En mi vuelta en taxi, con el evento ya terminado, el conductor resultaba ser un apasionado de los drones aéreos y de carreras, llegándome a mostrar vídeos de competición suyos. Un viaje ameno pero sin reducción de la tarifa del taxímetro. Pero bueno, ¿no se puede tener todo, no?

   Cuando llegué a mi bloque, con la mochila a cuestas, me paré en el portal. Ahí, entre elegir subir las escaleras o coger el ascensor, llegó un momento muy íntimo, un momento reflexivo en los que cualquiera de las dos opciones me parecía un verdadero infierno. Me colgué la chaqueta en el brazo y me descalcé con los zapatos en la otra mano. La decisión de coger al ascensor me pareció la más sensata, pero no por ello la más llevadera: cada paso hacia la puerta del elevador  se sentía como alfileres a doquier en la planta del pie. Me sentí mujer por un momento, tras una noche de baile con tacones agresivos: la chaqueta hacía las veces de bolso y a mis zapatos sólo había que añadirles tacón para terminar de completar el símil. No sé cómo aguantáis, os admiro de verdad. Cuando llegué a la cuarta planta, el pasillo decidió alargarse más de lo normal. Llegar a mi puerta fue todo un reto dando pasitos, adolorido. No tuve fuerzas ni para tocar el timbre: golpeé la puerta con las pocas fuerzas que me quedaban y gracias al cielo, me abrieron. No hubiera podido sacar las llaves. Me dirigí a la cama, me tiré y lloré. Bueeeeno, no fue así, esto último es mentira. No era la cama, fue el sofá. Pero lo de llorar...una lagrimita de sufrimiento si corrió por mi mejilla.

   Pero es echarle cuento al tema. El trabajo mereció la pena, a pesar de ser la primer macroboda a la que me enfrento. Lo disfruté desde la primera foto y les deseo a los novios la mejor de las experiencias de aquí en adelante.

   ¡¡VIVA LOS NOVIOS!!

viernes, 4 de marzo de 2016

LIGHTING TEST WITH TEDDY



   No nos prepararon para esto en la academia. No, de ninguna manera.

   Nos separaban por componentes: los de plástico, los de tela, los mixtos...La instrucción, salvo con alguna variante, era la misma para todos nosotros. A mí me tocó de tela y no miento cuando digo que no me arrepiento de ello. El bullying era continuo en los recreos: "Sois endebles, os romperéis", "Como un hilo se te enganche, adiós brazo-barra/guión pierna, barra/guión brazo", "¡Muñeco de trapo!". Esos comentarios no hacían sino que nos apoyásemos más entre los de tela. Para colmo, los de plásticos eran los abusones de la escuela, debido a que eran los que más golpes aguantaban. Yo les miraba con cierta envidia, pero no podía evitar preguntarme por que algunos de ellos se jactaban de ser de plástico. No eran tan buenos, especialmente la serie Lightyear, a ésos les pasaba algo en la cabeza, aunque no era algo de lo que hablásemos en clase delante de ellos.

   Había una regla mítica. Los profesores decían que las grabáramos a fuego en nuestras cabezas. La repetíamos en clase al empezar y al terminar cada asignatura:

   "Ningún humano os verá en movimiento nunca. Los niños son los que os darán vida con sus acciones, al moveros por ese mundo imaginario que crean en cuestión de segundos, con sus abrazos, con sus babas y con sus lágrimas, cuando os lancen por una ventana imaginaria o contra una pared, al arroparos con ellos al dormir. Vivís junto a ellos".

   "Arroparnos con ellos al dormir"...Un día, a la salida de clase de Interpretación Osuna, mi amigo Winnie me dijo que esa frase estaba hecha especialmente para los ositos Teddy.

   "Somos los que  terminamos durmiendo en la cama con ellos casi siempre, acurrucados en sus abrazos, por mucho que digan esos abusones de plástico".

   Era de los mayores honores entre los juguetes, que el niño te eligiera a ti. Deseaba terminar la academia y que me expusieran en la juguetería para comprarme rápido. No fui de los de primera línea, creo que me tocó la tercera...o cuarta, no sabría decirlo con certeza. Pero finalmente, llegó mi momento. Me vendieron. Sacado de mi envoltorio, ansiaba que jugasen conmigo. Pero ese momento nunca llegó. Nada más lejos de la realidad, me pusieron en un baúl con un par de peluches más y disfraces. Con alguna bombilla grande junto con lo que parecían ser trípodes de todos los tamaños y colores. Ningún niño jugaría conmigo: estaba en una tienda de fotografía. En manos de los pequeños pasaba apenas 2 minutos. A veces, incluso menos. Los momentos que me sacaban fueron disminuyendo, podía contarlos con los dedos de la mano y me sobrarían, y eso que sólo tengo un muñón. ¿Por qué tuve tanta mala suerte? Desde donde estoy ahora, los juguetes de plástico no eran tan malos.

   Eso era lo que pensaba, hasta que todo cambió un día. Hay un tío, bueno, un tío de puta madre, ya tiene una buena tupa de años. Niño desde luego no es, aunque jugar con un osito Teddy no es que sea muy de adultos. No sé, es raro. Pero de los trabajadores que suelen frecuentar la tienda es el único que sabe dedicarnos un poco de tiempo a mí y a los otros juguetes. Sólo el se toma la molestia de sacarnos y darnos vida. Y nunca me ha roto, al menos no a día de hoy. ¡Chuparos ésa, muñecos de plástico! ¡Y encima, sabe sacar mi perfil bueno! ¡No es tan malo la vida de osito modelo, claro que no!


   - Gracias Teddy: porque no todo son fotos perfectas. Porque sólo él, ese osito de trapo, es el que me ayuda cuando tengo una idea para iluminar. Porque me volvería loco en el trabajo si hubiera perdido esa vena infantil, una faceta que ese pequeño juguete se encarga de mantener viva. Porque fuiste el mejor regalo montado a una guitarra.Por una amistad de 10 años que espero nunca se rompa. Por una generación que creció con Toy Story -