jueves, 23 de junio de 2016

REENCUENTRO CON LA MUSA



   Todo sea dicho: llegó tarde a la sesión. La cosa no empezó bien, al menos yo con ella nunca empiezo bien las cosas. Tiene esa capacidad para chocar conmigo en todo: las protestas son gratuitas lleve ella o yo razón, la cuestión es molestarse.  Esos "5 minutos más" al despertador se  convirtieron en unos cuantos más para ella y en una eternidad para mí. Reconozco que pasado el enfado previo con ella y una vez en el lugar donde hicimos las fotos, me tuve que pelear con ella, con el reflector, con las manadas de viejecitos que hacen rutas turísticas por los parques y con la hierba mojada que consiguió que me empapase culo y rodillas por igual.


    Sí, la odio. Pero luego me salva la mañana con su estilo.


lunes, 20 de junio de 2016

¿SON MOLINOS O GIGANTES?





   Yo nunca los veo como molinos. Son gigantes: definitivamente.

  Y quién no lo quiera ver está completamente loco. En una carretera que serpentea, estos tres se juntan con sus amigos y se quedan quietos a admirar el paisaje mientras trabajan. Cortan el aire con sus miradas hacia esas pequeñas hormigas que pasan fugazmente a sus pies. Aunque aquí parezcan inmóviles que no te engañen, pues aunque el tiempo no parezca pasar para ellos sí lo hace por nosotros. Y ésa es la única realidad, pues la única pérdida de cordura sería decir que estos gigantes son sólo molinos.

martes, 7 de junio de 2016

SOPLA EL VIENTO



   Ella se manchó mientras dibujaba algo, ¿tinta, me dijo? Sus dibujos han experimentado un gran crecimiento a pesar de lo hastiada que terminó de otra disciplina. Yo miro mis manos y me sorprendo por una mancha en la palma de la mano izquierda. Tras una quedada fugaz con la que ha sido compañera de batallas y discusiones intelectuales de éstas que cambiarán (algún buen día) el mundo, corrí escaleras mecánicas abajo. Brincando entre escalones para no perder el tren que se aproximaba, me agarraba al pasamanos con fuerza entre salto y salto, ahí tuve que ensuciarme con la cinta negra.

   En el metro, camino al trabajo, un hombre entre tantos otros se para en un espacio del vagón. De pie como yo, él porta un carrito con ruedas. En su mano derecha, un instrumento de viento. ¿Flauta, oboe, clarinete, fagot? Ni la mínima idea, aunque me decanto por la primera. Enciende el aparato dentro del carrito y la melodía acorde a notas de piano empieza a sonar. La canción es de sobra conocida y él empieza a soplar mientras los dedos se mueven. La canción duró un par de estaciones. Larga, sin duda, pero fue agradable oírla.

   El hombre era uno más, con sus pantalones cortos. El calor del verano entrante también le hacía mella. Pensé en el color azul de su camiseta mientras tocaba, de un tono parecido al de la línea azul de metro de Madrid. El mismo color, sí que es difícil. Los viajeros le iban echando monedas y al terminar la canción alguno se paró a hablar con él.

   Para cuando hubo terminado y  las puertas del metro se abrieron, todo se volvió a quedar vacío: el traqueteo del tren mientras continuaba el viaje, el rechinar entre vagones, la bolsa de plástico oscilando de un lado a otro en las manos de un anciano, justo delante mío. La melodía del músico se había sustituido por el sonido de un móvil con un free to play  y de otro chico que se olvido que bajar el volumen mientras se escucha música con los auriculares puestos, ayuda a evitar que se te revienten los tímpanos. El ding dong ding, próxima parada...

   Todo. Absolutamente todo eso se volvió a oír tras haber sido congelado  por una flauta y un piano de fondo apenas unos segundos antes. Sobre la canción que interpretó, te dejo a ti pensar en esa  melodía que te haya cautivado en alguna ocasión.

lunes, 6 de junio de 2016

¡FIN DE COMUNIONES 2016!



  ¡Fin de comuniones 2016!
   Y pese a la alegría para l@s protas de las comuniones y eventos de quince años, la última del día sábado fue para recordar:
   Un perro cachorro que me da "un pequeño obsequio", un párroco que me vacila delante de toda la iglesia y que cuando vas a dejarle mal te pide amablemente "que tomes asiento"...y en la casa del señor, su palabra va a misa. Huid de los taxistas de 6 plazas, su agresividad al volante es proporcional al tamaño del vehículo que manejan. Mi flash manual casi se descoyunta contra el suelo, pisé con botas por lo menos a dos invitadas con minúsculos zapatos de tacón, una niña pequeña se agarró a mis piernas mientras hacia una foto y no me dejaba moverme, haciendo que casi me esmorrase contra el suelo y un largo etc. Todo esto sin atreverme a bailar durante el evento, este domingo mi bíceps femoral izquierdo ha pedido reposo durante todo el día, mi rodilla derecha ha tenido íntimos romances con los cubitos de hielo. Los dedos pulgar, corazón y anular K.O.s y mis lumbares aún sienten pinchazos a día lunes. ¡Aunque ha sido toda una experiencia!
   Vamos cogiendo ritmo para junio, que entra con fuerza y calor. Mucho, pero que mucho calor...