domingo, 10 de abril de 2016

TE VEO DISTINTA



   Te veo distinta...

   Y pasito a pasito te voy redescubriendo de nuevo. Me transmite otro sentimiento a la nostalgia que te llevaba. Los coches circulando aquí y allá parecen no querer visitarte y no vienen con esas risas de fondo. Caminando hacia ti, pasado el puente, es de obligada mirada al horizonte, donde desaparecen los coches y una abajo a la autopista para no dejar pasar el sentimiento de altura. Somos grandes por un pequeño instante donde el viento nos lleva a saltar abajo.

   Más adelante por tus calles abandonadas, el pequeño asador pasa de largo dejando un sabroso olor y un calor agradable a la fría tarde. El vehículo enano repartidor  de hace años se encuentra aparcado en la calle, frente a la puerta de acceso directo  a la cocina. No parece haber pasado los años por él, con su angustiosa y única cabina, para un único jugador al volante. Es agradable ver como algunas cosas no cambian nunca.

   Te veo mayor. Te veo cansada. Las caras no son las mismas y algunos niños no eran ni siquiera una idea en aquel entonces. Los comercios no creen que sea rentable abrir para ti y se fueron a descansar hace tiempo. Algunos ni siquiera abrieron hoy. Mirando al cielo te das cuenta de que las nubes están teniendo la misma idea y no se dejarán hacer la foto.

   Te veo cambiada. Un atajo improvisado entre la maleza tras pasar el semáforo me lleva a ese hotel de 4 estrellas apartado de la civilización. Al otro lado ha nacido un muro a media altura sobre el que apoyarte, donde asomarte a la otra realidad. Como no puede ser de otra manera, la gente parece que no encuentra momento para salir que cuando sacas la cámara para fotografiarla y esta ocasión no será distinta. Bajando un poco más por el nuevo camino, vuelvo a mi primer "kilómetro cero".

  Te veo abandonada. Nadie se ha parado en cierto tiempo para verte y menos con este tiempo. Aquí, donde estoy ahora. Es difícil encontrar belleza en las cosas. Decimos que no es así, que "esto" y "eso" es bonito, pero no lo creemos de verdad. Lo hacemos como cumplido sin pararnos a pensar si nosotros mismos defendemos esa idea de belleza. Hago la foto y ni siquiera me paro a pensar en mi mentira, por mucho que diga y critique.

 Te veo apagada y te veo fría. Realmente...no te veo y ya hace demasiado frío para mis dedos. Al guardar la cámara sólo veo a un hombre paseando a su perro, un pastor alemán con cara de cachorro. Los miro apenas unos segundos hasta que el pensamiento de "cómo empezó todo" golpea en mi cabeza con un punch directo helado de frío que me hace seguir caminando hasta casa.