Proteger la llama con las manos, rodeándola, fue la opción que se gestó en mi cabeza. Una luz que una vez nacida, podía mantenerse por sí misma. En ese vacío, en esa "nada" era reconfortante verla.
Sabemos desde el primer momento que tocamos una llama, lo mucho que quema. Lo que duele. Pero ahí se mantenía encima de la mesa de madera, bailando con los pequeños movimientos al desplazar la vela que la daba vida. Danzando con la veta de la mesa, dibujando sombras que parecían que por un momento fueran a desvanecerse junto a la luz que las sostenían.
Al rodearla con las manos intentando recrear la imagen de mi mente, me quemé. Quema, recuerda: es uno de sus atributos más conocidos. Si la tocas, te hiere. Y si eres capaz de permanecer junto a ella, no hará sino dejarte una cicatriz por tu ineptitud. Sabemos que su calor es reconfortante contra el frío. Sabemos también que su luz nos da un soplo de aire fresco cuando no vemos nada. Pero sabemos que estar muy cerca de ella...bueno...lo sabemos...
No logré la fotografía que quería. En vez de eso, aproximé mi mano para tocarla una vez más. Para sentirme arropado con su calor. A pocos centímetros de ella y tan distante a la vez, ya empezaba a doler. A penetrar por la piel como una aguja.
No había razón para quemarse. Retiré la mano y soplé: pues es así como los deseos se cumplen al matar la luz de una vela.
Al rodearla con las manos intentando recrear la imagen de mi mente, me quemé. Quema, recuerda: es uno de sus atributos más conocidos. Si la tocas, te hiere. Y si eres capaz de permanecer junto a ella, no hará sino dejarte una cicatriz por tu ineptitud. Sabemos que su calor es reconfortante contra el frío. Sabemos también que su luz nos da un soplo de aire fresco cuando no vemos nada. Pero sabemos que estar muy cerca de ella...bueno...lo sabemos...
No logré la fotografía que quería. En vez de eso, aproximé mi mano para tocarla una vez más. Para sentirme arropado con su calor. A pocos centímetros de ella y tan distante a la vez, ya empezaba a doler. A penetrar por la piel como una aguja.
No había razón para quemarse. Retiré la mano y soplé: pues es así como los deseos se cumplen al matar la luz de una vela.
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