La primera fue una de esos atardeceres en los que el naranja y el rosa se acuestan juntos. De copiloto en un coche de camino a...bueno, de camino a algún lado. En el tiempo entre esos tres colores de un semáforo hasta que se decida darnos preferencia, miro el retrovisor derecho. Una imagen reconocida, una foto desgastada por el gran número de imágenes prácticamente idénticas que hemos visto en galerías y la red internauta, pero de esas instantáneas que valía la pena captar, no obstante. Eso la hacia diferente: el sol amarillo jugando al escondite con un edificio, cerca de una de sus esquinas. Como si estuviera esperando a que pusieramos nuestros ojos en él para esconderse. Si apartabamos la vista volvía a moverse, ocultándose de nosotros tras el edificio cada vez que le mirábamos. La tesitura detrás de si era ese naranja fusionándose con locura con el rosa. Un cielo bonito...¡más que eso! Y todo en un paisaje urbano. Esos paisajes que, en lo personal, relego a un segundo plano siempre que puedo elegir entre una montaña, un bosque o el mar. Aún así, los coches que desde el suelo se fugaban hacia ese juego que tenían el edificio y el sol, no hacian sino contribuir a una escena llena de un "algo".
La segunda fue la luna. Pasadas una hora de la primera foto perdida y tras todo el día, las nubes también querían acabar el día. La noche ya estaba casi impuesta, pero La Peseta se ha convertido en un barrio especial. Como ya dije, en un ambiente urbano ha sabido regalar buenos atardeceres y aún quedarán los anocheceres no retratados. Las luces de los coches y las farolas compitiendo con la señora luna. No necesito argumentos para defenderla. Recordé la foto que apenas 24 horas una amiga me había mostrado de la luna, fotografiada con su objetivo nuevo. Y da mono: más cuando coquetea en el cielo con las nubes desapareciendo y asomándose, desapareciendo y asomándose, desaparecien...en fin, tú ya me entiendes.
Pero me distrajo otra cosa: la eterna Aluche.
Eras una estación desconocida hace un par de años y aborrecía tu existencia. Sí, así era. Te odiaba a muerte. Y albergando el Cercanías Madrid - Renfe, con lo mal que me llevo con él...¿Pero ya he sido demasiado egoísta durante los últimos meses, no? No fue todo así: hemos vivido frío y calor sofocante. Unas risas y unos no pocos cigarros. Enojo por la hora y rabia al ver pasar el último autobús que nos llevaba a casa. Y como consecuencia a veces, carreras contrasemáforos para alcanzarle dos paradas más adelante. Nos hemos calado de agua ahogados por las gotas de lluvia mientras cabezones, intentabamos conseguir una foto de una farola entre árboles mojados. Las noches en la fuente iluminada en verano y algún que otro "book" improvisado. Hemos compartido lecturas junto a ese hombre que es fiel a la estacion, inamovible al paso del tiempo y de la gente. Cabezazos a una mampara de cristal. En esa estación nos enamoramos y a la vez fuimos perdiendo la ilusión. También se han compartido lágrimas y se ha sido testigo, así como vivido, la pérdida de amigos y la alianza con otros. Y no sólo eso, muchas más cosas, supongo...Sería egoísta, muy egoísta por mi parte a decir verdad, no reconocértelas. Y hoy, sin ir más lejos, volver a perder el bus.
Elegí que así fuera por hacer una foto más. Un disparo que no va a ninguna parte y que fue sinónimo de la vagancia: disparando sin moverme del sitio. Aunque tenía su porqué: un metro que estaba por llegar para completar la toma no hizo sino rogarse minutos suficientes como para perder la magia de la foto y como no, el autobús, y esto pasa muchas veces , ligada a la propia incompetencia. Si hago un balance de ti, Aluche, me has dado más pérdidas que alegrías. Gracias por ello. De verdad, es un gracias sincero.
Eras una estación desconocida hace un par de años y aborrecía tu existencia. Sí, así era. Te odiaba a muerte. Y albergando el Cercanías Madrid - Renfe, con lo mal que me llevo con él...¿Pero ya he sido demasiado egoísta durante los últimos meses, no? No fue todo así: hemos vivido frío y calor sofocante. Unas risas y unos no pocos cigarros. Enojo por la hora y rabia al ver pasar el último autobús que nos llevaba a casa. Y como consecuencia a veces, carreras contrasemáforos para alcanzarle dos paradas más adelante. Nos hemos calado de agua ahogados por las gotas de lluvia mientras cabezones, intentabamos conseguir una foto de una farola entre árboles mojados. Las noches en la fuente iluminada en verano y algún que otro "book" improvisado. Hemos compartido lecturas junto a ese hombre que es fiel a la estacion, inamovible al paso del tiempo y de la gente. Cabezazos a una mampara de cristal. En esa estación nos enamoramos y a la vez fuimos perdiendo la ilusión. También se han compartido lágrimas y se ha sido testigo, así como vivido, la pérdida de amigos y la alianza con otros. Y no sólo eso, muchas más cosas, supongo...Sería egoísta, muy egoísta por mi parte a decir verdad, no reconocértelas. Y hoy, sin ir más lejos, volver a perder el bus.
Elegí que así fuera por hacer una foto más. Un disparo que no va a ninguna parte y que fue sinónimo de la vagancia: disparando sin moverme del sitio. Aunque tenía su porqué: un metro que estaba por llegar para completar la toma no hizo sino rogarse minutos suficientes como para perder la magia de la foto y como no, el autobús, y esto pasa muchas veces , ligada a la propia incompetencia. Si hago un balance de ti, Aluche, me has dado más pérdidas que alegrías. Gracias por ello. De verdad, es un gracias sincero.
Ahora toca andar. El autobús ya se fue hace rato y ni la carrera más
grande me hará cogerlo. ¿Y la noche hasta mi destino? Demasiado
calurosa...agobia. Miro arriba buscando un alivio en el aire. La luna.
Sigue intimando con
las nubes.
"La noche todavía no esté quizás totalmente perdida"
"La noche todavía no esté quizás totalmente perdida"
Camino rápido intentando que no se cansen de jugar.
Necesito el teleobjetivo de mi cámara y no está sino guardado en casa. Cuando apenas me
quedan un par de calles para llegar, las nubes empiezan a disiparse y
comprendo que esta noche, también se ha perdido.
Tres pérdidas totales en el día de hoy. Y tú, Aluche, ya no estarás entre ellas nunca más.
Tres pérdidas totales en el día de hoy. Y tú, Aluche, ya no estarás entre ellas nunca más.
Aún así: gracias por todo.