viernes, 4 de marzo de 2016

LIGHTING TEST WITH TEDDY



   No nos prepararon para esto en la academia. No, de ninguna manera.

   Nos separaban por componentes: los de plástico, los de tela, los mixtos...La instrucción, salvo con alguna variante, era la misma para todos nosotros. A mí me tocó de tela y no miento cuando digo que no me arrepiento de ello. El bullying era continuo en los recreos: "Sois endebles, os romperéis", "Como un hilo se te enganche, adiós brazo-barra/guión pierna, barra/guión brazo", "¡Muñeco de trapo!". Esos comentarios no hacían sino que nos apoyásemos más entre los de tela. Para colmo, los de plásticos eran los abusones de la escuela, debido a que eran los que más golpes aguantaban. Yo les miraba con cierta envidia, pero no podía evitar preguntarme por que algunos de ellos se jactaban de ser de plástico. No eran tan buenos, especialmente la serie Lightyear, a ésos les pasaba algo en la cabeza, aunque no era algo de lo que hablásemos en clase delante de ellos.

   Había una regla mítica. Los profesores decían que las grabáramos a fuego en nuestras cabezas. La repetíamos en clase al empezar y al terminar cada asignatura:

   "Ningún humano os verá en movimiento nunca. Los niños son los que os darán vida con sus acciones, al moveros por ese mundo imaginario que crean en cuestión de segundos, con sus abrazos, con sus babas y con sus lágrimas, cuando os lancen por una ventana imaginaria o contra una pared, al arroparos con ellos al dormir. Vivís junto a ellos".

   "Arroparnos con ellos al dormir"...Un día, a la salida de clase de Interpretación Osuna, mi amigo Winnie me dijo que esa frase estaba hecha especialmente para los ositos Teddy.

   "Somos los que  terminamos durmiendo en la cama con ellos casi siempre, acurrucados en sus abrazos, por mucho que digan esos abusones de plástico".

   Era de los mayores honores entre los juguetes, que el niño te eligiera a ti. Deseaba terminar la academia y que me expusieran en la juguetería para comprarme rápido. No fui de los de primera línea, creo que me tocó la tercera...o cuarta, no sabría decirlo con certeza. Pero finalmente, llegó mi momento. Me vendieron. Sacado de mi envoltorio, ansiaba que jugasen conmigo. Pero ese momento nunca llegó. Nada más lejos de la realidad, me pusieron en un baúl con un par de peluches más y disfraces. Con alguna bombilla grande junto con lo que parecían ser trípodes de todos los tamaños y colores. Ningún niño jugaría conmigo: estaba en una tienda de fotografía. En manos de los pequeños pasaba apenas 2 minutos. A veces, incluso menos. Los momentos que me sacaban fueron disminuyendo, podía contarlos con los dedos de la mano y me sobrarían, y eso que sólo tengo un muñón. ¿Por qué tuve tanta mala suerte? Desde donde estoy ahora, los juguetes de plástico no eran tan malos.

   Eso era lo que pensaba, hasta que todo cambió un día. Hay un tío, bueno, un tío de puta madre, ya tiene una buena tupa de años. Niño desde luego no es, aunque jugar con un osito Teddy no es que sea muy de adultos. No sé, es raro. Pero de los trabajadores que suelen frecuentar la tienda es el único que sabe dedicarnos un poco de tiempo a mí y a los otros juguetes. Sólo el se toma la molestia de sacarnos y darnos vida. Y nunca me ha roto, al menos no a día de hoy. ¡Chuparos ésa, muñecos de plástico! ¡Y encima, sabe sacar mi perfil bueno! ¡No es tan malo la vida de osito modelo, claro que no!


   - Gracias Teddy: porque no todo son fotos perfectas. Porque sólo él, ese osito de trapo, es el que me ayuda cuando tengo una idea para iluminar. Porque me volvería loco en el trabajo si hubiera perdido esa vena infantil, una faceta que ese pequeño juguete se encarga de mantener viva. Porque fuiste el mejor regalo montado a una guitarra.Por una amistad de 10 años que espero nunca se rompa. Por una generación que creció con Toy Story -

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