Que yo tengo que crecer: sí. Y literalmente, me gustaría ser un poco más alto. Hubo muy pocos petit suisse en mi infancia y así pasó. Pero realmente me refiero a crecer como fotógrafo: hacer más fotos, tener más ojo artístico, contemplar muchas temáticas nuevas e iluminar sin dudar. Y como no: la humildad. Esa virtud de la que muchos artistas carecen en la era digital.
Hoy un fotógrafo empezo a hablar conmigo. Todo empezó bien hasta que empezó a alardear de manera negativa sobre su trabajo, elevando sus fotos a la categoría de masterpieces a base de desprestigiar el trabajo de aquellos con los que se comparaba. Mi pacienciómetro estaba subiendo exponencialmente. El súmmum llegó cuando me preguntó por la cámara que yo usaba:
"Una Canon 600D".
"Puffff, un poco mierda, ¿no? Yo tengo una 5D, eso sí que es una cámara".
Mi cerebro cortocircuito. Se me ocurrieron dos opciones. La primera era sonreír falsamente y decir:
"No es tan mala cámara, hombre".
La segunda consistía en sonreír falsamente como en la primera, pero contestar algo ligeramente distinto:
"Sí, lo es. Pero yo hago mejores fotos con esa cámara que tú con tu 5D".
Lo que contesté o no, lo dejo a tu imaginación. Pero la satisfacción que obtuve fue gloriosa. Y que conste en acta: a mí su trabajo no me gusta en demasía como para se dé esos aires de grandeza.
Sí, soy un borde. Pero al menos hoy, seré un borde feliz.
"Be water, little photographer".
No hay comentarios:
Publicar un comentario