Yo nunca los veo como molinos. Son gigantes: definitivamente.
Y quién no lo quiera ver está completamente loco. En una carretera que serpentea, estos tres se juntan con sus amigos y se quedan quietos a admirar el paisaje mientras trabajan. Cortan el aire con sus miradas hacia esas pequeñas hormigas que pasan fugazmente a sus pies. Aunque aquí parezcan inmóviles que no te engañen, pues aunque el tiempo no parezca pasar para ellos sí lo hace por nosotros. Y ésa es la única realidad, pues la única pérdida de cordura sería decir que estos gigantes son sólo molinos.
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