lunes, 12 de febrero de 2018

NUBES HACIA DEBOD



   Corre que te corre que no llegábamos al Templo de Debod. Con el sol cayendo a toda leche, las nubes tapándolo sin mucho interés en esperarnos y unas escaleras asesinas frente a nosotros. Al pisar el primer escalón, me hizo un duelo de miradas diciéndome "No hay huevos a subirme".


   Efectivamente: huevos, huevos, no los hubo. Los perdí allá por el décimoquinto escalón, al igual que el corazón que se me escapaba de la boca y algo de dignidad. Una rampita mecánica, ahí lo dejo, señores del Ayuntamiento. Al llegar arriba tras mil y un escalón más, Debod estaba a rebosar. En un día de frío como el que hacía, tuvimos que meter codo para hacernos un hueco y conseguir una toma.


 Y el templo...madreeeeee....Que gentío...Pero, pocos atardeceres bonitos tenemos que no sean allí.

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