La noche y su delicadeza.
Embriagadora sin duda, me acaba de dar la mano para atraparme en su locura. Con una gran red, bien tejida, viene de compañera. Y aquí me encuentro buscando y rebuscando algo en ella que yo mismo desconozco. Por miedo a pensar, a perder 5 minutos en saber a qué llamar meta.
Costó decidirme por la cámara. Me pesó tomar la decisión en su momento. Y ahora me siento como una lente que se ha estrellado contra el suelo. Comenzándose a agrietar y buscando el valor para ver la realidad, para dejar de susurrárselo al oído y tomar aire para gritarlo fuertemente. Para dejarse de mentiras. De poder diferenciar la pasión del hobby, de la obligación a la dedicación. No para vivir de ello, si no para disfrutar de cada disparo.
Y es algo tan difícil de hacer cuando cada sesión ha de afinarse bajo una perfección impoluta. Es ahí cuando te das cuenta de que cada moneda de tu bolsillo, ha sido conseguida trabajando a base de violar tu vida.
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La noche y su desgraciada delicadeza. Que no vuelva más por unas semanas.