Inmersos
en una sociedad de cabizbajos que a pesar de sus miradas gachas, ya no engañan
a nadie. No se observan los pies y ni mucho menos los tuyos o los míos: su
tablet o su móvil son los protagonistas indiscutibles de su atención. Más que
esa persona, su pareja, que les acompaña. Más que nosotros y a veces, incluso
más que a ellos mismos.
En unas palabras que se han metamorfoseado hasta 3 veces, sin ningún mensaje positivo. Han ido perdiendo cada vez más fuerza. Ayer y hoy, ahogados entre una lluvia que no durará eternamente, pero que nos ha llegado a calar hasta los huesos.
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